Me encantaría vivir en una nube de frivolidad. Intoxicarme de lo estúpido y banal, por lo que todos mueren. No quiero preocuparme de lo difícil de la vida, de lo complicado y de lo enmarañado que es todo esto. Estoy enferma de realidad. Quiero vivir en un mundo falso y utópico. Quiero preocuparme por las trivialidades de los seres humanos, comunes y corrientes. Saborear lo que es levantarte para pensar, que te pondrás esa mañana.
Siempre me he auto protegido, he sido egoísta con el mundo, me he resguardado de vivir plenamente. Nunca he puesto ambos pies en el aire, siempre he estado al pendiente y deambulando de aquí para allá. Nunca amé completamente ni muchos menos me entregué. Y por protegerme con tanto ímpetu, me perdí en mi cabecilla. Me he perdido y no creo poder regresar. Porque todas estas vocecitas me aprisionan y me convencen a quedarme.
Y yo sé que aunque me pierda y de millones de vueltas, regresaré al mismo punto de partida; mi cabeza. Claro está, terminé sin amigos, aliados, mojigatos, peleles, criados, amados, siervos o incluso madre. Pero es una realidad alterna que me es adictiva, como la cafeína, el alcohol o el tabaco. Incluso peor, ya que en ésta me protejo, me enseño, me intento amar, me auto plazco, me rimo, me lustro, me crío y me asusto. Ninguna, ni nadie, ni todos me da todo eso.
Y esas vocecillas me martillean mi cabecilla, me exaspero. Pero aunque este tirada en la calle, con las gotitas de la lluvia cayendo en mi frente, con la muchedumbre pasando a mi alrededor como hormiguitas, no me notan. Me caen gotitas en los labios, saco mi lengua para saborear el néctar de la vida que se precipita por las nubes, y es puro. Tirada ahí en el medio de la calle, no me notarán, no me amarán, no se preocuparán por si estoy muerta o no. Pero yo tengo estos momentos conmigo, esos dulces segundos que sé que disfruto lo que los demás ni se detienen a ver. Porque hasta cierto punto, me encanta. Me encanta saborear en la cara de los demás los pequeños placeres que nos da la vida. Y eso significa que cuando yo tenga lo que los demás dan por un hecho que deben tener, moriré en éxtasis. Regocijada en júbilo. Feliz.