jueves, 12 de noviembre de 2009

Acido



Con el sonido de la guitarra y suaves murmullos que ocasionaban la dulce noche. Me mecía por el pasillo, descifrando esa figura oscura al final de éste. El bajo que ayudaban a que mis pasos fueran concretos y rítmicos, sintiendo mi corazón palpitando cada vez más fuerte. Mis piernas flaqueaban cada vez más, mientras más cerca estaba de esa figura oscura sentía como el liquido tibio bajaba. Recorría mis labios con mi lengua, saboreando antiguos encuentros, tratando de prepararme para lo que me acontecía en esos momentos. Transpiraba, se sentía un aire lleno de electricidad, que circulaba entre nuestros cuerpos y el pasillo.
Acariciaba las paredes a medida que iba caminando, escuchaba mis pasos y mi corazón al mismo ritmo. Suaves voces envolvían mi cuerpo, lo domaban para seguir caminando. La luz tenue me arrullaba y me dirigía a casa. Al fin llegué donde la figura me esperaba después de tanto cortejo, intenté ver sus ojos llenos de lujuria. Me desvestía, con los ojos y las manos. Me arrancaba el pudor y succionaba mis pensamientos. Ya no era más que un manojo de instintos. Me senté viéndolo de frente, sin quitar mis ojos de los suyos. Unos ojos iracundos estallando en deseo y desesperación.
Enterraba mis uñas en sus hombros, limpiándolos, lamiéndolos así seguí. Escuchaba su respiración cada vez más fuerte y con menos pausas. Mi respiración no la escuchaba, solo escuchaba un fuerte martilleo de pulsadas en mi cuerpo. Mis caderas vibraban y se mecían. Sentía una extraña sensación de estar en casa, al fin. Viendo hacia el techo nos ví, a nosotros ahí en ese loveseat. Amándonos y deseándonos cada vez mas. Y nos desee aun más, mientras más nos observaba. Adoraba la idea de seguir con esta sabrosa rutina. Pero sentí flagelaciones de fuego, que me despertaron de esa visión. Y nos encontré a nosotros en ese loveseat, sintiendo como nuestros cuerpos vibraban y se contorsionaban para cada vez sentir más. Y sentí ese dolor urbano, grato y exquisito. Quise más y más, pude sentirme intocable y deliciosa.
Terminamos ahí mismo, con las vibraciones y las ondas de energía cada vez más leves. Con el prúsico del momento absorbiendo mi cuerpo. Fotografiando mi cuerpo ileso después de tanta violencia. Ronroneando y frotándome contra su cuerpo. Mordiendo mis labios para aguantar una vez más.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Heureux, heureux à mourir


-Hola, buenas noches.
Una vez más me encuentro aquí, en la penumbra de mi casa, pensando y dialogando. ¿Es una fijación, todo esto? O es sólo mi afán de estar loca, loca de atar. Porqué esta es la última vez qué me encuentro a mí misma dialogando con mi cordura, riendo, llorando y saboreando. Saboreando esos dulces momentos que fingí ser tuya. Riendo de lo poco congruente que son nuestros actos, con respecto a lo que ya habíamos acordado. Llorando, como siempre, una debilucha y llorona cómo siempre fui.
Y entonces aquí me encuentro, meciéndome hacia enfrente, hacia atrás y hacia los lados. Palpando el piso, para estar segura de estar en contacto de la realidad y no perder por completo el hilo de mis pensamientos. Gimiendo y llorando por la demencia qué me abruma, que me eriza y me consume. Pero, es delicioso, hasta cierto punto qué puedo palpar mundos ajenos y paralelos a éste, por el hecho de estar demente. Por poder salir y dialogar con la luna, los astros y entes ajenos. Lunática, Demente, enamorada tal vez, pero siempre la misma debilucha. Sollozando, en el mismo piso sucio y frio.
Escucho el golpeteo, algunas voces por ahí afueran, pero son realmente lejanas. Alguno que otro grito y tal vez una súplica, pero nada ya me importa. La exquisitez de mi selección para éste último acto, última escena de esta pueril fantasía, la considero sublime. Una que pastillita, uno que otro trago, un poco de nausea, pero esto no es nada para el final deseado. Si, tal vez ahora si veo las luces difusas y no controle mi sensomotriz, pero me considero feliz. Feliz y regocijada en estos ricos últimos minutos.
1, 1, 2, 3, 3, 3…

lunes, 2 de noviembre de 2009

Buenas Noches, esta es Carolina hablando.


Esta noche seré una nueva.
Hoy me dijeron algo triste, que me escondo. ¿A qué me refiero con esto? Qué finjo, que no soy yo. Una persona mayor me dijo, "Escribes prosa, poesía para esconderte". Qué chistoso, ya quisiera llamarlo poesía, esto es barato y corriente, como el Tonayan. Esto es sólo lo que sale de mi corazón, lo que mi mente y cuerpo me dejan escribir. Así que hablaré de ésta manera, sólo por hoy.
Hoy sentí la rabia, la rabia que se apoderaba de mi cabeza, de mi cuerpo. No me reconocí, porque sentía como podía haberle arrancado la cabeza a mordiscos a mi propio hermano, que gritándole pendejadas y desollándolo en mi mente pensé que terminaría con mi inmundicia. Es horrible este sentimiento, es lo menos recomendable para quien sea. Es un estado de ser tan despreciable, que no puedo creer que lo haya sentido de mi propia sangre. Juro que perdí el control de mi misma por un momento, sentía como tenía que estar pensando que debía respirar, palpitar, circular para no morir. Porque la ira me dominaba sentía que iba a estallar de coraje, como un volcán que avisa antes de explotar. Y entonces pienso, <<¿qué chingados me pasa?>> porque sentir esto no es normal, no siento que esté en contacto con la realidad. Siento que puedo explotar en cualquier momento y apuñalar a quien sea. Es una incertidumbre que abruma y consume.
A pesar de toda esta incertidumbre, es grato saber lo que siento, que no voy resbalándome por la vida sin saber porque o que es lo que siento de rato en rato. Bueno, en verdad no sé bien qué es lo que me pasa, que es lo que mi mente acontece o planea para mí. Qué yo, mi mente y mi alma son tres entidades complemente separadas, que tienes que hacer cita para consultar cada una, no para una sola. Esto de vivir es tan complicado. Es tan complejo y extenuante. ¿Por qué no regresamos a ser mini partículas en el espacio flotando y gozando de nuestra simpleza?
Porque un buen día mi querida y difunta madre me dijo alguna vez:
-Hija.
-¿Si, ma?
-En la vida te gritaras pendeja muchas veces, pero no importa cuántas veces te hagas sentir mal a ti misma, lo eres.
-¿Qué?
-Si, mira todos en la vida creemos que venimos para ser grandes y felices. Que siempre vendrá un príncipe azul y nos rescatará de nuestra vida de miseria. Así no es, ni tu ni nadie lo hará. En la vida todos somos pendejos, nadie es más grande que Dios, y no somos grandes ni somos a su semejanza. Sólo quiero que seas feliz, como todos los pendejos de este mundo. Yo te amo, y el día que no esté yo para ti te ruego que mantengas tus piececitos en la tierra. ¿Okay?
-Okay.
Entonces pensé << ¿Y si no creo en Dios?>>