miércoles, 4 de noviembre de 2009

Heureux, heureux à mourir


-Hola, buenas noches.
Una vez más me encuentro aquí, en la penumbra de mi casa, pensando y dialogando. ¿Es una fijación, todo esto? O es sólo mi afán de estar loca, loca de atar. Porqué esta es la última vez qué me encuentro a mí misma dialogando con mi cordura, riendo, llorando y saboreando. Saboreando esos dulces momentos que fingí ser tuya. Riendo de lo poco congruente que son nuestros actos, con respecto a lo que ya habíamos acordado. Llorando, como siempre, una debilucha y llorona cómo siempre fui.
Y entonces aquí me encuentro, meciéndome hacia enfrente, hacia atrás y hacia los lados. Palpando el piso, para estar segura de estar en contacto de la realidad y no perder por completo el hilo de mis pensamientos. Gimiendo y llorando por la demencia qué me abruma, que me eriza y me consume. Pero, es delicioso, hasta cierto punto qué puedo palpar mundos ajenos y paralelos a éste, por el hecho de estar demente. Por poder salir y dialogar con la luna, los astros y entes ajenos. Lunática, Demente, enamorada tal vez, pero siempre la misma debilucha. Sollozando, en el mismo piso sucio y frio.
Escucho el golpeteo, algunas voces por ahí afueran, pero son realmente lejanas. Alguno que otro grito y tal vez una súplica, pero nada ya me importa. La exquisitez de mi selección para éste último acto, última escena de esta pueril fantasía, la considero sublime. Una que pastillita, uno que otro trago, un poco de nausea, pero esto no es nada para el final deseado. Si, tal vez ahora si veo las luces difusas y no controle mi sensomotriz, pero me considero feliz. Feliz y regocijada en estos ricos últimos minutos.
1, 1, 2, 3, 3, 3…

No hay comentarios.: