Mi nombre es Eunice, eunuco, euforia, eugenesia, euroasiática, Eureka. Entro y salgo por los quienes y cuantos de las oraciones.
La multitud susurra mi nombre, para aspirar esa susodicha vehemencia en la cual me ahogo. El arte de adamar a las masas me resulta insustancial; porque son realmente susceptibles a los enredos. Porque ellos son amaestrados para ser muertos en vida, sin opinión ni decisión; cerdos sin cerebro.
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