jueves, 1 de octubre de 2009

Francisco.


Dulce es, deslizarme entre los murmullos de la ciudad que hacen caricias violentas en tus caderas.
Saborear la sabiduría que se escurre de las comisuras de tu boca, aspirar esta pseudo-liberación. Oler el humo a inocencia en tu enmarañado cabello. Lamer las ideas de una disparatada fantasía rupestre.
Entre los edificios, sobre las sabanas, con o sin zapatos. Ahí estuviste, febril y energética. Explotaste entre mis dedos, te elevé entre aires de grandeza, sacudimos nuestras ganas de vivir. Solo queríamos coexistir entre nuestros abrazos.
Tus labios, de dulces y tenues pasaron de tono en tono hasta quedar amargos y rojos. Tu gélida piel, ahora emanabas vapores de vicio y avaricia. Con el tono exacto, toqué las cuerdas adecuadas, liberé todos los seres que vivían dentro de ti, salieron refunfuñones, dándole a lugar a un suspiro fuerte, agudo y largo. Toqué esa canción que te gusta, esa dulce melodía que hace la piel se te erice. Sobre tus rodillas acampé, tus rodillas escalé para por fin saborear el dulce sabor de la victoria.

1 comentario:

... R. R. Hale dijo...

...Bravo, primita. Bien escrito, profundo, y casi puedes transferir una imagen integra del momento que describes. Más alla del porque... esta el como.

...

...Beso.

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