lunes, 10 de agosto de 2009

Belleza Popular


Hoy fue un día tierno de agosto, las melodiosas voces de las personas navegaban alrededor de mi aura. Su aliento ahuyentaba el polvo de las esquinas de mi cuerpo. Sus chácharas me tranquilizaban del barullo que revoloteaba en mi cabeza. Sus sonrisas bañaban mi cuerpo de vida y cordura. Absorbía el olor de su perfumado vergel interior. Su adoración por lo monótono calmaba mi hambre por lo bizarro. Su sincronización para esquivar mis comentarios ásperos era alucinante. Una viejecita me enternecía, por el esmero como vendía sus pastelillos de avena. La chiquilla del vestido púrpura me miraba con los ojos como platos, abiertos y expectantes; estudiando meticulosamente mi pasado. Nada se le escapaba a esa dulce chiquilla. El olor a café de la olla recién hecho inundaba el lugar. Se aspiraba la aceptación y la paciencia, de cada integrante del manojo de personas que iba y venía. El cabello de los niños que corrían me hacía caricias inocentes en mis piernas paliduchas. Las mujeres cuarentonas compartían su inmensa sabiduría, hablaban y hablan por horas, sobre los grandes acontecimientos de la colonia. Las plantas, se abrumaban con la presencia de todas las personas de ahí, se asfixian por sus aires de grandeza. Las miraban desde abajo, con miedo e idolatría. Ellas mejor no decían nada. Reinas y reyes caminaban, vendían, compraban, amaban por el mismo piso que yo había caminado. Mientras que yo me atragantaba atentamente del olor a fritangas, caramelos caseros, carne asándose en su jugo, la grasa escurriéndose por las sienes de los trabajadores, las margaritas expidiendo olor a vergüenza, los caireles olor a frutas de los infantes, todo era sutil.
Me quedé idiotizada, atrapada por el encanto de mi gente. Mi cigarrillo se había terminado entre mis dedos, y aunque me quemara los dedos por lo cerca que se estaba consumiendo de mi mano; yo no quería reaccionar. Enjaulada en la burbuja que habían creado todos, yo admiraba el cielo que circundaba a estas bellas criaturas. El colorido de los puestos de comida y ropa usada era hipnótico. Se respiraba un aire de…
--Disculpe, ¿La puedo ayudar en algo?- -Me dijo una mujer con unos gigantes ojos hermosos, brillantes y mestizos.
--No, gracias. Ya han ayudado suficiente-- Dije satisfecha.

1 comentario:

Georgina dijo...

Idiota tu amiga de cabello chino

Viste que Lili Lanz se mudó a Guadalajara? La voy a buscar
Ya se caso! Que lindo, hubiera querido ir.
Si ves a Daniela me la saludas, y a Caro también.